Zirahuén quiere decir espejo de los dioses. Tras la caída de Tenochtitlan, entre los españoles recién llegados a Michoacán un capitán quedo prendado de la princesa Eréndira – hija del rey purépecha Tangaxoan-, a quien rapto y escondió en un precioso valle envuelto por montañas. La bella mujer lloraba suplicando a sus dioses que la salvaran; los dioses de día y la noche, Juriata y Járatanga, le concedieron furia a sus lagrimas para con ellas formar un lago (Zirahuén) e hicieron de sus pies una cola de pez; convertida en sirena se salvo del sufrimiento y pudo huir de aquel extranjero. Los lugareños cuentan que todavía vaga por las aguas profundas del lago y que a la víspera del amanecer emerge para encantar a los hombres de mal corazón.