La conexión entre estos dos pueblos fundidos entre montañas en un horizonte amplio es el camino antiguo, el cual se encuentra entre fincas y cruces de río donde con suerte y un poco de tiempo se pueden encontrar fósiles de amonitas, conchas y otras especies que quedaron grabados para la historia. Guane, pueblito pequeño y acojedor, se caracteriza por tener aún en las piedras que adornan la plaza exponiéndose al aire libre ejemplares de amonitas gigantes, las cuales no es fácil encontrar en otros sitios. Aquí mismo esta el museo paleontológico que precisamente alberga una gran variedad de estas amonitas gigante.
También hay coprolitos, trilobites, conchas, árboles petrificados, peces y hasta huesos de Pleistosaurios los cuales abundaban en estas tierras hace millones de años eran mar y de los cuales se van encontrando variedad que incluso no se sabía existían.
Una momia de los Guane juntó con vasijas y la historia de la región engalanan la exposición de un museo compuesto por 2 salas pero que se hace valer cada centímetro.
Salimos de Guane para llegar con tiempo a Barichara pero esta vez no por el camino real.
En Barichara empezamos a deleitarnos con su vista espectacular hacia el fondo de la barranca en la cual se puede contemplar un bello atardecer.
Girando la vista nos encontramos con tal vez uno de los pueblitos más encantadores de Colombia, calles que suben y bajan con casas blancas detalladas las cornisas y ventanas de diferentes colores, construcciones antiguas de adobe rojo que enriquecen los tonos del conjunto y que se coronan con su catedral con forma de castillo.
Caminar entre sus calles entre tiendas de arte y artesanía, cafés, restaurantes y gente que simplemente vive tranquila, se deleita uno y si a esto se le acompaña con un buen tintico, la estancia se vuelve única.